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Ya se trate de la advertencia escarlata para los posibles consumidores de un hongo venenoso o del atractivo rubor de las flores de cerezo en primavera, los colores de la naturaleza no son sólo para lucirse: son cruciales para la comunicación entre plantas y animales.

Pero cuando se trata de flores, algunas especies presentan todo un espectro de colores cambiantes indetectables para el ojo humano. Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge en Inglaterra ha descubierto que algunas plantas son capaces de regular químicamente la apariencia de sus pétalos para hacerlos más atractivos para los polinizadores, una táctica que puede resultar crucial para la supervivencia en un mundo donde la polinización es cada vez más competitiva.

El poder oculto de los pétalos
Entre los botánicos, ya existe una amplia investigación sobre la pigmentación de las plantas: cómo y por qué las plantas usan colores en su follaje y flores. Pero este nuevo estudio analiza cómo las flores usan formas microscópicas para producir un efecto cambiante e iridiscente que involucra tanto la estructura física como la ingeniería química.

Las plantas tienen una capa protectora cerosa llamada cutícula en sus partes sobre el suelo, como tallos, hojas y pétalos. En estas cutículas, algunas plantas pueden formar estructuras tridimensionales que a menudo son paralelas y crean destellos iridiscentes invisibles a la vista humana. Por ejemplo, algunas flores pueden crear iridiscencia en el espectro de luz azul-UV (que los abejorros pueden ver) doblando sus cutículas y creando pequeñas crestas que reflejan la luz de manera diferente según el ángulo desde el que se mire.
Según la autora principal de este estudio, la Dra. Edwige Moyroud del Departamento de Ciencias Vegetales de Cambridge, las plantas son “químicas formidables” y utilizan estos patrones microscópicos por varias razones, desde atraer polinizadores hasta protegerse de depredadores animales y prevenir enfermedades.

“Son ejemplos sorprendentes de diversificación evolutiva y, al combinar experimentos y modelos computacionales, estamos empezando a entender un poco mejor cómo las plantas pueden fabricarlos”, dice Moyroud.

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El etanol, un alcohol simple hecho a partir de granos, es conocido como una herramienta para combatir el cambio climático. Si bien el etanol generalmente se considera una fuente de combustible renovable, un equipo de investigación del Centro RIKEN para la Ciencia de los Recursos Sostenibles en Japón ha explorado otro beneficio importante del etanol: puede ser una forma para que las plantas luchen contra sequías devastadoras.

Cómo las sequías dañan los cultivos
El estudio, dirigido por el investigador Motoaki Seki y un equipo de más de dos docenas de científicos, llega en un momento de sequías sin precedentes impulsadas por el aumento de las temperaturas. Junto con una población mundial en crecimiento que se espera que alcance los 9.5 mil millones de personas en las próximas tres décadas, es probable que las sequías devasten los suministros de alimentos, lo que hace que sea aún más imperativo encontrar una solución lo más rápido posible.

La falta de agua afecta la capacidad de las plantas para convertir la luz solar en azúcar, lo que limita su crecimiento. Los pequeños poros en la superficie de las hojas de las plantas, llamados estomas, regulan cómo las plantas absorben y liberan gases, así como su capacidad para retener agua.

Gran parte de la investigación existente sobre cómo las sequías afectan a las plantas se centra en la capacidad de estos estomas para controlar la transpiración, o la cantidad de vapor de agua que libera una planta. Un estudio diferente de 2017 mostró a los investigadores que el etanol puede ayudar a disminuir los efectos del estrés por sal y calor. Los investigadores también sabían que las plantas producen etanol cuando no pueden acceder a suficiente agua. Partiendo de esas ideas, Seki y su equipo plantearon la hipótesis de que dar etanol a las plantas en épocas de sequía podría ser la solución.

El etanol ayuda a las plantas a desestresarse
Probaron la teoría con Arabidopsis thaliana, una planta que se utiliza habitualmente en experimentos científicos, así como con plántulas de arroz y trigo, que tienen más probabilidades de cultivarse para un suministro generalizado de alimentos. Cultivando las plántulas en condiciones controladas de laboratorio con abundante agua, los investigadores trataron su suelo con etanol al 3% (que se empapó desde el fondo) y dejaron de regar las plantas cuando tenían unas pocas semanas de

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