Los gatos emiten una variedad de sonidos para comunicarse con las personas y los animales que los rodean. El maullido, dirigido principalmente a los humanos, es una llamada de atención (o comida), mientras que el silbido o el gruñido dirigidos a otros gatos u otros animales indican estrés y hostilidad. Pero ¿qué pasa con el suave ruido que los gatos emiten a veces ante sus presas?
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«Es muy difícil decir qué es lo que está pasando exactamente, pero no parece que se esté comunicando con nosotros ni con otros animales», dijo el especialista en comportamiento felino Mikel Delgado a Live Science. La independencia de los gatos hace que sea especialmente difícil estudiarlos en el laboratorio, por lo que no hay estudios actuales que investiguen directamente este comportamiento. Sin embargo, los dueños de gatos y los investigadores han encontrado varias explicaciones posibles para este simpático parloteo.
«Una hipótesis es que se trata de un comportamiento de frustración», dijo Delgado. «Pueden ver a la presa, pero hay una barrera entre ellos». Al igual que la gente se queja o resopla cuando está molesta, estas vocalizaciones inusuales podrían ser simplemente la expresión de una emoción felina particular. «No tiene por qué ser necesariamente una experiencia negativa», dijo Delgado. «Podría ser simplemente excitación».
Sin embargo, no hay ninguna evidencia científica que respalde esta teoría, y diseñar un experimento para probar la hipótesis no sería sencillo. «Primero querríamos saber en qué circunstancias parlotean y para qué lo hacen», dijo Delgado. «Pero obviamente, demostrar la respuesta emocional del gato sería más complicado, y probablemente tendríamos que incluir algunas medidas fisiológicas del estrés, como las hormonas del estrés».
Otra idea es que los gatos abren la boca para mejorar su sentido del olfato. Tal vez «estén tratando, al abrir y cerrar la boca, de llevar aire a donde tienen algo llamado órgano vomeronasal u órgano de Jacobson», explicó Jonathan Losos, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington en St. Louis y autor de «The Cat’s Meow: How Cats Evolved from the Savanna to Your Sofa» (Viking, 2023). Ubicado en el paladar, este órgano sensorial actúa como una segunda nariz y permite a los gatos oler sustancias químicas diferentes a las que detecta solo la nariz.