Descifrando el código de la cutícula
Lo que seguía siendo un misterio era por qué solo algunas especies de flores podían producir estos efectos y por qué tales efectos solo ocurrían en ciertas áreas de los pétalos.
Publicidad
Moyroud, junto con un equipo de once investigadores de Cambridge y el Real Jardín Botánico, analizaron la cutícula de la malva de Venecia, un hibisco originario de Australia, para determinar cómo cambiaban los patrones de sus pétalos y si podían regular las condiciones en las que cambiaban.
El equipo originalmente planteó la hipótesis de que los patrones de color se creaban por la forma en que crecían las células de la cutícula y la velocidad con la que se formaban. Inicialmente, después de observar el crecimiento de los pétalos, los investigadores vieron que aparecían patrones en las cutículas cuando las células crecían más. Esto sugirió que el crecimiento de las células era importante para la ecuación, pero los investigadores descubrieron más tarde que había más en juego cuando intentaron regular el crecimiento de las células de la cutícula. Otras propiedades físicas como el grosor de la capa de la cutícula y la expansión celular no afectaban a los patrones.
Finalmente, el equipo descubrió que este fenómeno de cambio de color está impulsado más por fuerzas químicas que por fuerzas físicas; a esta conclusión llegaron después de determinar que las estructuras químicas de las áreas lisas de los pétalos eran diferentes de las áreas con crestas iridiscentes.
“La siguiente pregunta que queremos explorar es cómo las diferentes composiciones químicas pueden cambiar las propiedades mecánicas de la cutícula, como material para la construcción de nanoestructuras”, dice Moyroud. “Puede ser que las diferentes composiciones químicas resulten en una cutícula con diferente arquitectura o con diferente rigidez y, por lo tanto, diferentes formas de reaccionar a las fuerzas que experimentan las células a medida que el pétalo crece”.
Allanando el camino para los polinizadores
Según la profesora de Cambridge Beverly Glover, esta investigación es útil porque demuestra no solo cómo los polinizadores se sienten atraídos por las plantas, sino también cómo las plantas interactúan con sus entornos en su conjunto. “Por ejemplo”, explica Glover, “las especies que están estrechamente relacionadas pero que crecen en diferentes regiones geográficas pueden tener patrones de pétalos muy diferentes”.
El estudio también tiene el potencial de influir en las políticas y prácticas que afectan la relación planta-polinizador. La polinización es un proceso crucial para el 35 por ciento de los cultivos del mundo, lo que significa que cualquier conocimiento adquirido sobre la polinización puede tener un gran impacto en la protección del suministro de alimentos y la biodiversidad del mundo. Saber cómo las plantas atraen a las abejas, las mariposas, los pájaros y otros polinizadores implica mucho más de lo que parece: esta información puede ayudar a orientar las políticas agrícolas y hacernos mejores conservacionistas para las generaciones futuras, ya sea que lo veamos o no.